“Una joven fue a ver a su madre. Le conto sobre los momentos que estaba viviendo y lo difícil que le resultaba salir adelante. No sabia como iba a hacer para seguir luchando y le comentaba que estaba a punto de darse por vencida y abandonar todo. Ya estaba cansada de luchar y empeñarse por vencer los obstáculos. Tenia la impresión de que tan pronto lograba encontrarle la solución a un problema, inmediatamente surgia otro.
Su madre le pidió que le acompañara a la cocina y ahí lleno tres ollas con agua. En la primera coloco una zanahoria, en la segunda un huevo y, en la ultima coloco unos granos de café molidos. Sin decir una palabra espero que el agua de las ollas empezara a hervir. Unos veinte minutos mas tarde apago.
Retiro la zanahoria, el huevo y con un cucharón el agua del café. Dirigiéndose a su hija pregunto: “Ahora dime ¿Que ves?
Zanahoria, huevo y café. Veo que la zanahoria se ha cocido, el huevo también y el café se disolvió, respondió la hija.
Así es, contesto la madre, pero si lo vemos mas profundamente nos damos cuenta que los tres elementos se han enfrentado a la misma adversidad, agua hirviendo, pero sin embargo han reaccionado de forma diferente. La zanahoria era fuerte y dura, pero después de pasar por ella, se ha vuelto débil y fácil de deshacer. El huevo era frágil y estaba protegida por una fina cascara, pero después de pasar por el agua, su interior se ha endurecido.
Vale lo pillo, se lo que me quieres decir, ¿Y los granos de café? Los granos de café se disolvieron totalmente en el ambiente hostil y han sido los únicos que después de estar en agua hirviendo, han sido capaces de transformar el agua.
¿Cual eres tu, hija?, pregunto la madre.
Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando te enfrentas a la adversidad y al dolor te vuelves débil y pierdes la fuerza.
Eres un huevo, que empieza con un corazón maleable, liquido, que contabas con un espíritu fluido, pero te has vuelto duro y rígido. Por fuera pareces el mismo, pero tu corazón se ha endurecido.
O eres un grano de café, que cambia con el agua hirviendo, aquello que le causa dolor y logra el mejor sabor y cuando las cosas están peor, tu reaccionas mejor y aquello que te rodea, mejora.
En cada uno esta la elección de que convertirse.
Ha sido un fin de semana intenso, de esos que solo las chicas pueden hacernos vivir, emocional. Un fin de semana en que ellas, se mueven de manera muy natural, pasando de todo a nada y de nada a todo, pero en el que los chicos, al menos yo, tenemos dificultades para movernos de uno a otro extremo. Han sido unas jornadas que comenzaron en los primeros minutos del primer encuentro donde se calento la olla hasta el punto de ebullición y a partir de ese momento roce el infarto sanguineo tratando de averiguar en cual de las ollas nos estabamos moviendo, que ingrediente era cada una de ellas y dandole vueltas a la formula que consiguiera la mejor cocion, avivar o bajar el fuego, avivar o bajar el fuego.
Ha sido un fin de semana de dificultades hocquisticas y facilídades en el viaje, Raul nuestro conductor y Luis son unos fenomenos en estas artes. En la que nos movimos entre el sabor de un equipo amateur que disfruta de la playa antes y después de un encuentro y la sensacion de tener que caer y levantarnos en cada partido; en el que degustamos la competición con el contraste de competir frente a exigentes competidoras; en el que cada una tenia debia elegir si en su interior se estaba cociendo una zanahoria, un huevo o café molido. (Incluso unas horas después de bajarnos del autobús no seria capaz de asegurar si todos acabamos en la misma olla).
Un fin de semana de tres capitanas: Elena, Begoña y Paloma, que han representado como las circunstancias nos cambian y nos transformamos. De lesiones, torceduras, golpes, en el que hemos pasado de estar paradas o no parar de correr, de estar en el banquillo a no querer estarlo, de jugar un partido a gritar desde el banquillo, en el que los goles mellaban nuestras heridas y un gol nos las suturaba, en el que dejamos que pasaran los minutos a no dejar que pasaran ni uno solo, en el que dejamos hacer y hicimos para que pasara y en el que la superficie del campo fue el gran incomprendido por todos nosotros.
Un fin de semana en el que Julia representa Club y que deberia aparecer en el primer lugar de los titulos de credito y abajo todas ellas, con sus respectivos nombres y apellidos. En el que aparecerian como secundarios los padres que acudieron y los que whatappearon, que estarian de extras los que lidiaban el sabado en somontes manteniendo el tipo en cada encuentro. Pero seria muy extenso citar a todos, por lo resumiremos con aquello que os ha unido a todos, hasta el momento, Hocquet “Aquellas chicas que un día llegaron a ser cadetes”.
Ha sido el fin de semana mas difícil de mi vida. Gestionar entremezclando lo personal con lo deportivo, apoyar, ayudar, medir cada palabra, cada gesto, cada conversación para no machacar e intentar no entrar en un bucle, no es facil y especialmente cuando todo lo que sucede a tu alrededor se mueve de izquierda a derecha, de arriba a abajo, de un lado para otro, de un extremo al otro.
Ha sido un fin de semana en el que mi coción fue de ida y vuelta y que me deja con la sensación de no saber si soy un revuelto de zanahorias, unos huevos al salmorejo, una taza, una tetera, una cuchara o un cucharón, un plato hondo, un plato llano, un chuchillito o un tenedor.
Gracias por hacer que tenga que cocer mis ideas chicas, espero no haber cocinado demasiado.